martes, 23 de julio de 2013

UNA HiSTORiA CON MORALEJA...


Hace unas semanas estaba de vacaciones en Puerto Vallarta. Fueron unos días increíbles, mis enanas se divirtieron como nunca y su papa y yo, felices de verlas, disfrutándolas! 
En el hotel, cada noche tenían una fiesta temática, noche hawaiana, noche árabe, noche mexicana y así por el estilo. Primero pensé que las niñas no aguantarían, pero me equivoque! Las dos estaban encantadas, la mayor copiaba o al menos intentaba hacer todos los pasos de baile. Su público eran los meseros que no dejaban de aplaudirle. 
Una noche, cuando las bailarinas terminaron su show, el presentador salió y pidió un aplauso para un grupo de niños que nos acompañaba. En medio del ambiente de fiesta, todos parados gritando y aplaudiendo, pasaron los niños, que más bien eran jóvenes. Supongo que eran de alguna asociación de niños con cáncer, porque todos estaban muy delgados, algunos sin cabello, unos usando paliacates en la cabeza, uno sin una pierna y con muletas, otro más en silla de ruedas. No puedo explicar mi sensación, cuando me di cuenta, a pesar de que estaba riendo por la fiesta, las lágrimas se me salían sin avisar... Que cosa más triste! Y tenía el impulso de salir corriendo a abrazarlos... 
En los siguientes días, los encontraba por algún lado del hotel. En la alberca jugando, haciendo tour por las instalaciones o reunidos en una mesa a la hora de cenar. Me llamaba la atención que vivían como en un mundo aislado. Ellos eran felices y disfrutaban su momento pero ajenos al resto del mundo. Pensé en como somos los humanos. Nos agrupamos con "nuestros iguales" sobre todo cuando vivimos situaciones difíciles. Primero pensé, que feo el resto de la humanidad que no son (somos) abiertos para entender y apoyar a otros cuando son diferentes o cuando atraviesan momentos difíciles. Pero luego entendí, somos ignorantes en muchos aspectos y es difícil entender lo que no se conoce. 
Cuando diagnosticaron a mis hijas de alergia alimentaria, algunos criticaban el que pusieramos tantas restricciones en la dieta de las niñas, otros juzgaban a la mama, ya saben, la ansiosa y obsesiva madre... la gente cercana a mi intentaba ayudarme, daba consejos, pero no todos eran correctos y no era con mala intención evidentemente, se trataba de poco conocimiento del tema. Yo misma no tenía idea de que hacer? Y me dedique a buscar... Y claro que existen montones de grupos de alergia alimentaria, grupos de papas con hijos alérgicos. Y cuando uno entra en estos grupos, se siente mejor, identificado, entendido...  Leía historias similares a lo que yo vivía y eso aliviaba mi alma y me daba fuerzas para seguir. Todos somos distintos y entiendo que no hay comparación entre un cáncer, una discapacidad permanente o una alergia alimentaria. Pero, tratándose de los hijos, no importa si la roncha es por piquete de mosco o por varicela, si la fiebre es por infección, si el llanto es por dolor físico o emocional... Una mama, siempre se preocupa al extremo por el bienestar de los hijos (unas más que otras y para muestra un botón, que soy yo)... 
Pero mis moralejas en esta historia son:
1. no importa de que color son nuestros zapatos, todos somos iguales a pesar de que puedan existir ciertas diferencias 
2. no importa desconocer un tema, siempre hay tiempo para aprender y entender
3. no hay que juzgar nunca a nada ni a nadie sin antes ponernos en sus zapatos... 
Eso quisiera enseñarle a mis hijas...

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